Hace un par de días revelé esta foto y, de inmediato, me acordé de uno de mis standards de jazz favoritos. Da igual cuántas vueltas dé la fotografía y sus tendencias: hay cosas que nunca dejarán de gustarme. Cada semana surgen estéticas nuevas que dicen revolucionarlo todo. Lo que hace unos meses era infalible, deja de serlo; aquellas imágenes van, poco a poco, oliendo a rancio. Hay otras, sin embargo, que parecen nunca pasar de moda y que, en mi opinión, nacen con algo que las hace perennes. Una especie de cercanía lógica, una belleza intrínseca que no sería capaz de describir pero que casi todos entendemos y experimentamos. O eso o, sencillamente, estoy chapado a la antigua.
(Recomendación para ociosos: miren la foto un ratito, al menos hasta el solo de piano).
Jar with flowers – A couple of days ago I developed this photograph and, immediately, it made me think of one of my favorite jazz standards. It does not matter how much photography changes: there are things that I will never stop liking. New trends come up everyday that seem to turn everything upside down. What used to be amazing is no longer so; little by little those images become stale. Nevertheless, there are others that never go out of fashion and that, in my humble opinion, stay fresh. Some kind of logical closeness, a natural beauty that I would not be able to describe but that we all understand and experience. Either that or I’m old fashioned.
(Recomendation for slow-movers: Watch the photograph for a while, at least up to the piano solo).